jueves, 12 de diciembre de 2013

mitos y leyendas. capítulo 2


El 30 de junio de 1971, la nave espacial soviética Soyuz XI puso a funcionar su sistema automático de aterrizaje, después de permanecer 24 días en el espacio. En la base se sintieron satisfechos a pesar de que en los últimos minutos habían perdido contacto con los astronautas: Dobrovoisky, Vlokov y Patsayev. En ese momento comenzaría uno de los misterios más comentados de los años 70.
A pesar de haber perdido el contacto al  atravesar la ionosfera, no había por qué preocuparse pues la nave estaba aterrizando según lo previsto. Pero cuando los técnicos abrieron la portezuela de la astronave vieron que los tres tripulantes  sonreían, pero ninguno se movió ni levanto la mano para saludar. Todos estaban muertos.
Entonces comenzaron las hipótesis para intentar aclarar porque los 3 estaban muertos pero sin ninguna deformación ni rasgo de haber pasado miedo durante el aterrizaje. Primero se le echo la culpa a la descompresión, pero la autopsia no revelo hemorragias internas. Otros sugirieron una trombosis o el pánico que condujo a un paro cardiaco, al pensar los astronautas que se estrellaban sin remedio, pero la sonrisa de sus rostros era un enigma.Pero el último diálogo entre los cosmonautas y la Tierra da motivos para pensar en otra posible hipótesis.
“Aquí Yantar – dijo Dobrovolski – todo va perfectamente a bordo. Estamos en plena forma. Preparados para el aterrizaje. Ya veo la estación. Brilla el sol.”
“Hasta ahora Yantar – respondió el control en la Tierra – Pronto nos veremos en la Patria.
“Inicio maniobra de orientación”.
Según todas las apariencias, estas fueron las últimas palabras registradas. Si hubo algo más, las autoridades soviéticas no quisieron revelarlo. No obstante subsiste un misterio, aún cuando un fallo técnico determinara una descompresión de la cápsula. El examen de la cabina demostró “que no presentaba ningún defecto de estructura”, y que solo la pérdida de una juntura del sistema de cierre hermético pudo provocar la catástrofe.
Un fallo como éste condenaba a los cosmonautas sin posibilidad de escape. Entonces ¿es que no se había previsto nada? Sin traje espacial, sin escafandra, deberían de estar mucho más protegidos contra ese tipo de accidentes. Ahora bien, no era así.
Por otra parte durante el vuelo debería de haberse registrado un descenso de la presión, como ocurrió en el Apolo XIII, en el que fue detectada inmediatamente una explosión en el compartimiento de máquinas.
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Una respuesta al misterio seria dada  más tarde por el doctor Gultekin Gaymec, de origen turco, quien al escuchar la noticia recordó que la intensidad de las cargas eléctricas presentes en la atmósfera responde a ciertos ciclos definidos.
Dedujo que las cargas eléctricas en la ionosfera aumentaron repentinamente hasta extremos que condujera a una aguda alcalosis en los astronautas soviéticos. La alcalosis o contenido alcalino exageradamente elevado en sangre y tejidos, conduce al paro cardiaco. El anhídrido carbónico que se presente en exceso en el organismo provoca rictus en las victimas. Parece entonces que están sonriendo.
El medico hizo pruebas en voluntarios, descubrió una correlación directa entre los pacientes y los ciclos eléctricos atmosféricos: crecía el índice de sodio y colesterol. Además los niveles de potasio descendían, recordemos que el potasio es vital para la correcta actividad eléctrica del corazón.
Estos estudios han ayudado para blindar mejor las naves espaciales, pero también para señalar que los campos eléctricos de la atmosfera, que son provocados por la actividad solar, están directamente relacionados a muchos padecimientos, como los ataques al corazón.
A pesar de tener una explicación científica razonable, aún existen cientos de dudas del porque sonreían los astronautas muertos después de que su nave aterrizara sola.
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La leyenda negra de Marmellar


A la espalda de las montañas de Montserrat, en la comarca del Baix Penedès (Tarragona), y dentro del municipio de Montmell, encontramos el pueblo abandonado de Marmellar, que debe su nombre a un riachuelo que trascurre por las cercanías. Los primeros datos que se tienen sobre este lugar datan del año 1023 y hacen referencia a su castillo e iglesia interior. Se cree que el uso de esta fortaleza estuvo relacionado con la iglesia y así continuó durante varios siglos, siendo la comunidad de Sant Ruf la que establecería allí un convento. La iglesia de Santa María de Marmellar data del año 1149, cuando a las faldas del castillo comenzó a crecer el pequeño pueblo.
Estas sierras de pinos, encinas y brezo, fueron ricas en caza y muy fecundas para la agricultura y el ganado. Pequeños pueblos como Marmellar y cientos de Masías se difuminaban por los abruptos montes, siendo estas tierras lugares prósperos para toda la gente que allí vivió sin demasiados problemas durante el segundo milenio. Del siglo XVII data la iglesia de San Miguel, muestra de que el pueblo continuó siendo un lugar próspero de la zona.
En el siglo XIX, la desamortización en toda la comarca de Montmell y los envites de la guerra, hicieron que la vida solitaria en las masías no fuese demasiado recomendable. Los guerrilleros Carlistas hicieron de estos montes su hogar y lentamente, este pueblo se fue deshabitando hasta que allá por los años setenta, los últimos moradores partieron hacía poblaciones más prosperas. Desde entonces, el abandono total y el vandalismo van haciendo mella en los muros de sus  edificios. Pese a esto, todavía se pueden contemplar los perfiles de su castillo románico, sus iglesias y algunas de las casas. El cementerio, en el que hasta hace un par de décadas reposaban los cuerpos de los hijos de este pueblo, muestra ahora sus nichos blancos y vacíos.
La fama de este pueblo como maldito no viene de épocas remotas. Todo comienza  una noche de San Juan a principios de los años 90. Una joven, no se sabe muy bien si secuestrada o por voluntad propia, conoce a un grupo de jóvenes y es llevada  hasta Marmellar. En las ruinas de una casa es violada y quemada viva y tras estos hechos salvajes, la dejan en el interior de uno de los nichos vacios del viejo cementerio. Unos chavales de la zona encuentran el cuerpo unos días después y relatan que la zona del asesinato se encontraba adornada con diversos símbolos y pintadas de carácter satánico. ¿Ritos oscuros o simplemente un asesinato cruel?
Los datos sobre este asesinato son confusos y han quedado en el olvido, pues a día de hoy, no hay más datos ni culpables.
Esto podría haber quedado como mera anécdota, a no ser porque años después, el 14 de febrero de 1996, otra joven de la zona es secuestrada en una gasolinera próxima y asesinada en este lugar. Esta vez sin ritos oscuros de por medio. Pero a partir de este segundo crimen, la leyenda de pueblo maldito recae en este lugar. Incluso algún dato se recoge sobre apariciones fantasmales de una “Dama blanca”.

La tumba de Mary Jay



Dartmoor es una región situada en el centro del condado de Devon, Inglaterra. Sus paisajes son un bello parque nacional de 953  km² que inspira muchas leyendas, alguna de ellas tan viva como el misterio que rodea a la tumba de Mary Jay.
Dartmoor es muy conocido por ser el escenario de la novela de  Sir Arthur Conan Doyle, “El perro de Baskerville”  (1902), tal vez la más famosa de todas las protagonizadas por Sherlock Holmes, y también por el misterio del sepulcro de Mary Jay.
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A finales de 1700, una niña recién nacida fue abandonada a las puertas de “La Casa de Pobres” de Newton Abbot. Como era costumbre se la dio un nombre común que empezara por la letra que en ese momento tocaba, en este caso la “J”.
Buscando un nombre se la llamo “Jay” que es como se pronuncia la jota en ingles. Y como en el argot de la época también así se las llamaba a las prostitutas se le añadió el nombre de Mary. Mary Jay estuvo en la casa Wolborough hasta la adolescencia, donde cuidaba de los niños más pequeños. Tiempo después fue enviada a la granja Canna a las afueras de Manaton. Allí entro de aprendiz, lo que significaba trabajar tanto en la casa como en el campo. Una vida muy dura con días muy largos y tareas muy pesadas. Un lugar donde una comida caliente y ropa de abrigo eran todo un lujo.
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Al poco tiempo la bella Mary Jay o Kitty Jay como también se la conoce, comenzó a recibir la atención del hijo del agricultor. Quedo embarazada de este y por ello sufrió el rechazo de la familia. Repudiada la echaron de la granja con fama de prostituta. Otra versión de la leyenda dice que fue violada.
Ella sabía muy bien que con ese falso rumor, nunca podría encontrar empleo en la comarca. Tampoco quiso volver a Wolborough por la enorme vergüenza de estar embaraza. Jay acuciada tomó una trágica decisión final, ahorcándose en uno de los graneros cercanos.
Su cuerpo como era costumbre no podía descansar en tierra consagrada. Incluso tras su muerte las 3 parroquias locales de Widecombe-in-the-Moor, North Bovey y Manaton rechazaron enterrarla como suicida que era.
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Por ello sus restos descansan en un cruce de caminos, una tumba muy visitada en la tierra magica de Dartmoor. La leyenda cuenta que este singular sepulcro, siempre tiene flores frescas en cualquier época del año y que nadie las deja. También se dice que la tumba es visitada a menudo por “Los Pixies”, pequeños seres, hadas esbeltas, que viven en los bosques cercanos. Algunos motoristas que han pasado la noche junto al enterramiento dicen que han podido ver incluso la figura del hijo del campesino penando por el alma de J.
Hoy dia Dartmoor se halla bajo la supervisión de la Autoridad del Parque Nacional de Dartmoor (Dartmoor National Park Authority). Ciertas áreas de Dartmoor han sido usadas como campo de prácticas  militares durante más de 200 años. En el resto del Parque se permite la entrada al público. Es un destino turístico popular en Inglaterra, donde la gente visita la tumba siempre cubierta de flores que supuestamente nadie deja.


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