jueves, 13 de febrero de 2014

el árbol de los secretos

Relatos eroticos cortos esperando rellenar un poco el espacio de este pequeño mundo que comparto con ustedes :3



El árbol de los secretos.



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Por qué confiarle mis secretos a un ser que se encuentra
con los pies en la tierra, estando yo sintiéndome en una nube flotando por lo
que creo está mal. O tal vez no esté mal pensar así, es normal, a mi edad…
supongo que estará bien si te lo digo. Si dejo mis secretos en ti y no en un
diario.
Aquella tarde de verano, un calor recorrió su cuerpo
sintiéndola un poco agobiada, por la espera de una día que nunca llega y el momento
tan deseado de sentir por primera vez al hombre que tanto ama, fusionarse en su
ser y darle más que amor. Un sentimiento compartido que demuestre sus deseos más
profundos y que a pesar de no saber qué hacer en realidad tenía planeado una
noche inolvidable que perduraría eternamente. Perdurar, así como sus
sentimientos y como los de él. Descansar en los brazos de su amado y dormir
para luego despertar juntos otra vez en un nuevo día que cambiaría su forma de
ser por la de una chica adulta. Una señorita de bellos recuerdos matizados en
el amor a primera vista y en las relaciones que a pesar de tener una larga
distancia que los separaba, mantenía su unión firme y sin romperse. Pero aún
faltaba mucho y el tiempo no quería ayudar colaborando con su maldito infortunio
en la espera. Algo sintió entonces, un calor que ya había experimentado antes,
pero esta vez era diferente. Tanto así que no pudo evitar sentirse extenuada y
sumergida en sudor cálido que obligaba a su largo vestido a pegarse entre
relieves sobre su hermosa piel.
Como explicar las sensaciones del amor que enloquece los
corazones más puros y los convierte en asesores de deseos, como ser tan débil
para no poder resistir la tentación del pecado que parece tener el mejor deseo
a probar y provocar sin importar los motivos que se opongan. Ser más halla que
una simple niña virgen que en un momento de su vida decidiera darse el gusto de
gozar por primera vez de su propio cuerpo al no poder esperar aquel día tan
preciado. Se sentó junto al enorme árbol que creció junto a ella, su padre lo
planto aquella vez para que en un día como hoy la pequeña niña se sintiera
protegida del mundo exterior y se centrase en su propio mundo viviendo un
momento de paz. Hablando con aquel frondoso enorme que le daba sombra y la
alejaba del calor pero se dio cuenta que el calor que provenía de su interior
era más fuerte. Un único lugar específico que lo provocaba. Que hacer sino
responder  aquel calor que tantos
sentimientos explotan en deseos de salir a gritos de lujuria y placer. Era la
oportunidad perfecta y viendo que en el jardín no había nadie, mientras
reposaba en un costado sentada se llevó un dedo a la boca para palpar los
labios que parecían arder en un infierno interminable. Su rostro estaba un poco
sudado y aunque ella no podía verse así misma se encontraban las mejillas rojas
intensamente. Saboreo una caricia hasta recorrer cada parte de sus labios y
sentir cosquillas bailar en danzas de mariposas. Su lengua juguetona e inquieta
que no podía resistir a la tentación se unió a la lúgubre escena de exquisitez
rosando la punta de los dedos que ahora se encontraba a una distancia demasiado
cerca y que permitía ver cuando la retiraba un pequeño hilo de saliva que
encaminaba desde la uña hasta su boca. El dedo cubierto y empapado, aquella
mano que parecía no encontrar otra salida, se deslizo lentamente y con miedo,
temblando debajo de su ropa interior, dejando la parte inferior del vestido
levantada y sus piernas expuestas a la fresca briza que jugaba con el césped.
Antes de seguir, miro a ambos lados y se percató de que aún
seguía sola en aquel jardín de secretos. Tomo una decisión entonces y toco por
primera vez con idea nunca antes pensada los labios carnosos y exteriores que
con mucha facilidad cosquillaron hasta que un simple desliz coloco aquel dedo
por accidente un poco dentro de su vagina, rosando suavemente el clítoris que
luego de sentirlo, comenzó a humedecerse descontroladamente. Un pequeño gemido
la distrajo y obligo a retirar de forma veloz la mano y mirándola pensó si
seguir estaba bien. El sudor en su frente aun seguía y se encontraba agitada
después de aquel fuerte respiro. Humedeció más los dedos de su mano mientras
retiraba rápidamente sus bragas que molestaban cuando se encontraban con su
mano y volvió a acariciar su cuerpo con delicadeza introduciendo un dedo en su
vagina y moviéndolo en forma circular hasta que luego de un esfuerzo este pudo
entrar fácilmente gracias a que la excitación de su lujurioso deseo había
vuelto un húmedo hueco donde ahora no paraba de exaltarse. Las paredes de la
vagina que apretaban los dos dedos ahora colocados en su interior, llendo
arriba y adentro, abajo y afuera. Con fuerza ya no despacio y sin ningún miedo
que temer. Sus deseos libres en la pasión. Miro nuevamente a los lados para que
nadie estuviera hipnotizado con el hechizo de una joven virgen masturbándose y
luego de ver que solo ella estaba en el jardín llevo su otra mano a sus pechos
para acariciarlos quitándolos por la parte superior del vestido. Apretando sus
pequeños pezones rozados, pequeño y delicado que con fuerza bruta se volvían
rojos y ardían junto con el pecado, pecado de placer, pecado de lujuria, amor
único de esta pobre niña que nunca experimento algo así en su vida. Y profundizo
más los dedos en su interior, la lastimaban pero no quería detenerse. Solo
pensaba seguir y seguir, porque se sentía bien, estaba a gusto con lo que hacía.
Retiro los dedos de su vagina y los coloco sobre su clítoris nuevamente, este
caliente y húmedo. Froto, apretó y estiro con firmeza. Lo repitió tantas veces
su cuerpo se lo permitía pues ya estaba al borde de explotar. Escalofríos que
la envolvían y abrazaban junto a la briza de aquella tarde de calor infinito y
lujurioso en tempestades de azote que no mostraban piedad en su cuerpo. Gimió
fuerte sin callar, ya no le importaba si alguien la miraba o no. En aquel árbol
grande de hermoso follaje que ocultaba y protegía su mundo inocente donde ella reconstruía
a medida que los fuertes gestos de su rostro cambiaban, que la respiración se agitaba
y que su cuerpo se estremecía. Entonces algo pasó, cerró los ojos con fuerza y
llevo la mano que sujetaba sus pechos a la boca para tapar los gritos de
desesperación de un ardor pasional. Junto las piernas fuertemente sin retirar sus
manos de su lugar especial y sintió un último alivio mientras se corría fuerte
y salvajemente, manchando y ensuciando su vestido con el amor de su cuerpo, con
un deseo prohibido y con lágrimas de inocencia.
-         
Recuerda, tú serás mi guardián y en ti se
quedaran aquellos fragmentos de mi vida como este. No será la última vez, porque
mi amado después de que me visite se retirara y no volveré a verlo por un largo
tiempo. Entonces la espera me atraerá nuevamente a ti, me sentare junto a tus
raíces sobresalientes y serás testigo del amor que mi cuerpo emana hasta ver mi
rostro en su máxima expresión de satisfacción. Sé que guardaras mis secretos.



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